Ciclotímica, como un bipolar cayendo hacia el peor de los lados, pero sin la menor dosis de delirio, puro realismo.
Así es la primavera en Irlanda. Como una enfermedad del alma: esquizofrénica, persecutoria y bipolar.
Puede que eso defina a muchas primaveras, pero esta es exactamente así, no extraña la propensión al alcohol y a escribir de los irlandeses, casi todos hacen bien lo primero, algunos han hecho muy bien lo segundo.
Y yo en medio de una senda tranquila, un camino medieval, a un lado acantilados, como casi siempre en la costa irlandesa. Un sol casi ausente que cuando alumbra no llega a calentar. Veleros maniobrando. Y el viento agitando una melena más que conocida para mí.